Residencia de verano en la Toscana. Volumen de material en el bosque de pinos

A finales de los años cincuenta, Giancarlo De Carlo traza un plan urbano caracterizado por la generosa presencia del paisaje, en el que los edificios, inmersos en dunas salpicadas de pinos marítimos, mirto y encinas, tienen un carácter de fuerte individualidad y están conectados por caminos libres que secundan las andanzas del paisaje. En este contexto, el estudio de arquitectura Fiorido Massimo Associati reestructura una residencia de verano construida a mediados de los años sesenta

La mala calidad arquitectónica del edificio existente es una oportunidad para reflexionar sobre las cualidades del paisaje en el que se ubica el edificio, acostado en una duna de arena, rodeado de pinos marítimos ubicados en puntos singulares, a menudo muy cerca de las paredes

La intervención delinea una doble perspectiva: por un lado, la necesidad de encontrar una síntesis entre la naturaleza del edificio y los valores morfológicos y cromáticos del lugar donde se ubica; por otro lado, el deseo de colocar el carácter de los espacios interiores a raíz de una tradición que hace de la comodidad, lo doméstico, lo apropiado, su identificación

Una dirección longitudinal ideal, que atraviesa toda la construcción, permite encontrar una convergencia entre dos aspectos operativos significativos: en primer lugar, la redefinición de la espacialidad interna, que toma la forma de una secuencia de habitaciones que pasan en estrecha relación entre sí y con el paisaje circundante; en segundo lugar, la identificación del carácter del edificio en una nueva morfología, tanto natural como arquetípica, que encuentra la figura constitutiva en el sedimento horizontal

De esta doble instancia nace el criterio de remodelar las aberturas en el cuerpo del edificio, casi todas diferentes entre sí, pero construidas teniendo en cuenta tanto la secuencia de los entornos internos como la relación entre la habitación y el exterior, y del equilibrio de la relación masa-vacío del edificio

El material utilizado para el revestimiento externo, un travertino estriado, ayuda a hacer que la morfología del edificio se lea como una unidad de masa ideal resultante de diferentes sedimentaciones, y también proporciona una asonancia cromática con el paisaje circundante. La gama limitada de materiales utilizados (travertino, también presente en los revestimientos interiores de piedra, yeso, madera de teca, utilizada para dar continuidad a los planos horizontales internos y externos) contribuye a hacer de la casa una presencia en el bosque de pinos que vive en una ambigüedad refinada: mientras ofrece un refugio cómodo del mundo exterior, al mismo tiempo que presenta el paisaje que lo rodea. El estudio de arquitectura Massimo Fiorido Associati subraya el carácter arquetípico de la intervención en la nueva morfología de la masa edificada, que destaca la doble inclinación del techo y la compacidad en los dos frentes terminales