Un palacio neoclásico que esconde un alma modernista
Al cruzar el umbral de esta residencia, nos encontramos con un fascinante contraste visual: las puertas y ventanas originales siguen allí, testigos de la autenticidad del lugar. Los suelos hidráulicos y las galerías con la luz que se filtra desde afuera, nos recuerdan el esplendor del modernismo catalán. Sin embargo, el espíritu modernista parece desvanecerse a medida que nos adentramos. En los años 50, el encanto original fue en parte oscurecido por la introducción de suntuosos elementos neoclásicos: columnas de mármol travertino, pilares, medallones y figuras decorativas, con el objetivo de crear una imagen de lujo y opulencia.
Cuando el edificio fue remodelado y las naves principales se fusionaron, se añadieron refuerzos estructurales, luego camuflados en un estilo neoclásico. Estas intervenciones no solo modificaron el espíritu original de la casa, sino que la transformaron en una especie de palacio neoclásico que ocultaba bajo su piel una historia mucho más antigua y fascinante.